En la red, a lo largo de estos años, hemos ido conociendo a personas de diferentes tipologías. De todas ellas, me quedo con las que han encarnado el espíritu de la llamada web 2.0, próximos ya a la 3.0. Es decir, aquellas que están dispuestas a colaborar con otras en la red y a compartir tanto sus propios conocimientos como los materiales que en ella se encuentran, no sólo de manera bidireccional, sino también multidireccionalmente.
Es un nuevo concepto del conocimiento, libre, que no se le puede negar a nadie. Obviamente, eso no significa que no se le deban reconocer la autoría a las personas. Para eso, compartir y reconocer, surgió todo el movimiento que conllevan las licencias Creative Commons y todo el movimiento en torno al Copyleft.
Estas pueden ser las bases para configurar un mundo mejor, más justo, democrático y participativo.
No me gustan en exceso los documentos digitales dirigidos a amedrentar sobre los peligros de la red. Claro que la red tiene peligros, claro que se hacen malos usos de la red. Es evidente que hay que formar en ellos y fomentar un uso adecuado y provechoso de las nuevas tecnologías, pero no centrando la atención en sus peligros, sino en sus posiblidades de uso crítico.
Son tantos los beneficios que aporta la cultura en red, que baste un ejemplo a modo de agradecimiento, entre los tantos que nos encontramos en personas que vamos conociendo, como de otras que nunca llegamos a conocer más allá del favor concreto que nos prestaron.
Me refiero a la realización de un post anterior (ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS PARA EL USO DE LAS REDES EN EDUCACIÓN INFANTIL. Mª Isabel Solano Fernández). Había encontrado a través de una alerta de Google (Google>más>todavía más>alertas) un documento, pero no localizaba por ningún lado la autoría del mismo. Al ver que en la bibliografía y en documentos de la red hacía referencia en 6 ocasiones a Jordi Adell, decidí consultarlo con él para, al menos, poder poner el nombre de la autora del documento. Jordi Adell recurrió a su valorada con razón red de Twitter y allí encontró la ayuda, entre otras personas de Ismael Peña-López, quién no sólo se limitó a comunicárselo a Jordi Adell, sino que además se tomó la molestia de dejar un comentario en el blog indicándolo.
En un momento, a través de un documento compartido a través de una licencia Creative Commons, con una relación bidireccional, haciendo uso posterior de la multidireccionalidad que nos aportan redes tan útiles como Twitter, vi resuelto este problema.
Y es que la red está llena de personas dispuestas a colaborar generosamente para ayudar a otras, sin necesidad alguna de otra pretensión, desde el anonimato sano en muchas ocasiones. Claro que hay otras pretensiones, pero en la medida en la que avancemos en está línea con el trampolín que supone la red, tendrá futuro este mundo.
Las personas de valía reconocida y real, como las que nos sirven de la mejor manera para este ejemplo, se suelen mostrar cercanas, generosas y humildes, y no necesitan en modo alguno del autobombo, la altanería ni la humillación para ser reconocidas.
Por sus actos, digitales en estos casos, las conoceréis.
Yo he tenido la fortuna de conocer, virtualmente, a dos de estas personas que me han mostrado lo mejor de la red desde la sencillez que sólo la categoría que no necesita andamiajes puede ofrecer.
Mi agradecimiento a Jordi Adell, Ismael Peña-López y a Mª Isabel Solano Fernández, así como a tantas y tantas personas que a través de redes como Twitter u otros medios, defienden con su proceder los valores en red y que en este caso y otros me han ayudado.
No comments:
Post a Comment
Gracias por comentar.