La apuesta de Christian Molina es clara: provocar una reflexión social sobre la generación de la violencia en los jóvenes y la responsabilidad que todos los agentes sociales tenemos en torno a ésta.
Es un tema complicado de abordar por las múltiples y complicadas aristas que giran en torno a tan arduo tema.
No sabemos si lo ha conseguido del todo o si lo logrará dada su dificultad intrínseca y, sobre todo, por encontrarnos ante una sociedad que se muestra ajena en muchas ocasiones a cualquier propuesta que no alimente su fiera y llene las arcas de su desmedida ambición crematística.
Y cuando lo hace, se rasga las vestiduras por una imagen que lo único que intenta es incitarnos a la reflexión. No deja de ser una ceguera hipócrita de esta sociedad, que por otra parte permite el acceso casi ilimitado a los jóvenes a cualquier cuestión sin tener en cuenta la edad de sus miembros y la carencia de contrapesos que les permitan acceder a estos contenidos con una sólida base social, psicológica, educativa y familiar.
Estamos hablando de la censura que la compañía de Transportes Municipales de Barcelona, TMB, ha hecho del cartel de la película, "De mayor quiero ser soldado".
Cualquiera que se relacione de manera cercana con jóvenes adolescentes, sabe que la cantidad de escenas violentas y de sexo a las que pueden tener y tienen acceso desde tempranas edades es incalculable. En este sentido, creemos hipócrita la postura de TMB de censurar una imagen que únicamente invita a la reflexión social sobre un tema tan candente. Una imagen que, por otra parte, es superada ampliamente por escenas a las que asisten los niños y jóvenes a cualquier hora del día, incluidos las franjas horarias que son propias de su audiencia.
En este sentido, esta imagen no produce ni frío ni calor a jóvenes anestesiados por escenas violentas. En todo caso, mediante iniciativas como las de Christian Molina y la Tribu 2.0 y su proyecto educativo, les puede invitar a una reflexión sobre la violencia que les ayude a situarse ante este tema fomentando una postura crítica sobre la misma.
El propio Christian Molina lo dice, ha pretendido reflejar "el contenido de la película en una imagen, si el contenido es brutal, la imagen tiene que ser impactante". De otra manera, si no creas un pequeño impacto, no invitas a la reflexión, no sólo de los jóvenes, sino de toda la sociedad que mira hacia otro lado de manera bastante falsaria y después se escandaliza de una imagen que promueve la reflexión o cuando jóvenes violentos saltan a los medios de comunicación por escenas atroces en algunos casos, de las que son tristes protagonistas.
No se trata de moralizar, mucho menos de censurar. El propio Christian Molina manifiesta no encontrarse radicalmente en contra de las películas que conllevan temas violentos, incluso gusta de muchas de ellas, únicamente pretende propiciar una la reflexión social sobre este tema. Las escenas violentas por sí mismas no van a generar un joven a adulto violento, pero sí, que si este niño o joven no tiene un sólido basamento psicológico y social, sí que no se encuentra preparado para acceder a todo tipo de contenidos, no ya violentos, sino que se regodeen en contenidos de dicha índole.
Para muestra, vale un botón, tal y como señala Christian Molina,"El videojuego más vendido del mundo va de un chulo que trafica con cocaína y secuestra a putas para violarlas. El Grand Theft Auto III. - ha comentado el director - E igual que jugamos nosotros, juegan los niños. Por eso se están perdiendo los valores"
¿Dónde se encuentra el límite a los contenidos a los que pueden acceder los niños y jóvenes? ¿Censurar, educar y/o reflexionar? Entendemos que este es el mensaje sobre el que pretende abrir un debate Christian Molina. No creemos que sea una cuestión precisamente de censuras, sino de responsabilidad social en cuanto a los contenidos que se ofrecen a los jóvenes, lo cual no implica precisamente ausencia total de escenas violentas, pues no se puede amputar la realidad, sólo hay que procurar un basamento que permita acceder a estos temas de una manera sólida y adecuada a cada tramo de edad y que le permitan a los jóvenes construir una sociedad más justa y menos violenta, no tanto en los videojuegos y películas, sino en una realidad que en muchas y tristes ocasiones, los supera.
En definitiva, nos parece inapropiada a todas luces, la postura de TMB de censurar el cartel de la película "De mayor quiero ser soldado" basándose en que "puede ser ofensiva por atentar contra las normas sociales de convivencia y puede afectar a la sensibilidad y el buen gusto de los ciudadanos".
Pues no, señores de TMB, esta imagen no provoca eso que ustedes señalan en los jóvenes y si escandaliza a alguien es, en todo caso, a algunos adultos que son precisamente los que más deberían reflexionar sobre la sociedad que están ofreciendo a los jóvenes, en la que los contenidos violentos no se circunscriben únicamente a escenas más o menos violentas de una película o un videojuego.
La violencia, que va desde lo verbal hasta la injusticia, es una tema que merece no sólo una reflexión, sino muchas, tantas como aristas presenta este complicado tema que presenta múltiples prismas. Y, si este cartel invita a ello, bienvenido sea. No vamos a ser nosotros, educadores, los que nos vayamos a rasgar las vestiduras por ello, sino todo lo contrario, lo vamos a usar para tomar el guante que nos ofrece Christian Molina y proceder a debatir sobre este tema sin limitarnos a su película, sino tomándola como punto de partida que invite a esa necesaria reflexión.
2 comments:
Una reflexión muy profunda la que nos aportas. Era de recibo tratar aquí este tema, un tanto "espinoso", con la valentía con la que tú lo has hecho ¡enhorabuena, lo has planteado todo en sus justos términos!
Gracias, Cinchita. Tus palabras me inspiran confianza.
Un saludo
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