La carretera de la ESO no lleva únicamente a un lugar por mucho que se empeñe el imaginario de algunos compañeros.
A algunos alumnos los lleva al pueblo de la ESO. A otros, desgraciadamente no los lleva a ningún pueblo. Todo un fracaso social.
A otros los lleva a Ciclo Formativo. Algunos después de visitar este pueblo, deciden permanecer en él, mientras otros, deciden continuar el camino hacia Ciclo Superior o Bachillerato.
Determinados alumnos, tras visitar la ESO, deciden pasar por el pueblo vecino de Bachillerato. En Bachillerato, algunos se afincan, mientras otros deciden acercarse hacia Ciclo Formativo Superior o a la Ciudad Universitaria.
No son caminos únicos, se entrelazan, se entremezclan. A veces, incluso, se pueden hasta saltar o retomar.
Si los destinos son variados, la carretera no puede estar dirigida en exclusiva hacia uno de ellos.
Esto es lo que sucede en el imaginario de muchos compañeros, que únicamente ven un destino válido para la enseñanza secundaria y enfocan toda su carretera a este fin, considerando un fracaso todo lo que no se dirija hacia ella.
Hacen una simplificación de situaciones complejas y creen que todo es una autopista que en el mejor de los casos conduce a distintas ciudades universitarias.
Un país avanzado debe aspirar a que todos sus alumnos titulasen en secundaria, tanto porque estuviesen bien preparados, como porque sus enseñanzas contemplasen más caminos.
Ante una realidad compleja y desigual, la enseñanza pública debe ejercer una labor compensadora.
Muchos compañeros lo reducen todo a estudiar o no estudiar en su sentido más clásico e inoperativo.
Olvidan o no quieren ver, con ciertas dosis de clasismo, que la realidad es compleja. Que existen alumnos con situaciones familiares en las que ellos apenas hubiesen levantado cabeza. Muchos recurren al "yo provengo de una familia humilde y he conseguido llegar hasta la Ciudad Universitaria", simplificando nuevamente la situación, confundiendo o igualando humilde con desestructurada.
Muchos olvidan la realidad compleja de la propia adolescencia, en la que muchos jóvenes, todos en realidad, se sienten perdidos en medio de un nudo de carreteras, sin saber qué camino tomar.
Es cierto que la enseñanza debería mejorar, entre otras cuestiones en sus planteamientos unidireccionales y metodológicos. Que debe aspirar a formar ciudadanos lo mejor preparados posible. Pero, si quiere ser pública, debe tender a la compensación y a la justicia social en un mundo en el que no todos juegan, por complejas causas, con las mismas cartas.
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