El emperador soy yo es un libro autobiográfico del escritor, actor y director francés Hugo Horiot.
Se trata del testimonio de un ya adulto Horiot acerca de su infancia y adolescencia. Sus pensamientos y sentimientos de un niño con Síndrome de Asperger y cómo descubre que es distinto a todos los que le rodean pero emprende un viaje para conocerse y aceptarse a sí mismo.
Autista, afectado por el síndrome de Asperger, Hugo Horiot da testimonio de sus vivencias, de su diferencia, de sus dificultades para expresarse, de su deseo de cambiar, hasta querer ser otro, y cambiar de nombre.
Este libro es una historia verdadera. El autorretrato de un niño encolerizado, que libra una guerra sin piedad contra sí mismo y contra los demás. Un niño autista Asperger.
En este viaje al autoconocimiento y la autoaceptación Horiot cuenta con el apoyo de su madre, la también escritora Françoise Lefèvre, quien a través de un cariño infinito le ayuda a ponerse en la piel de otros.
Pero el camino que recorre el Horiot niño y adolescente es muchas veces traumático, no puede serlo de otra manera cuando te rodea la incomprensión y la crueldad de tus semejantes. Pero es ese camino difícil el que descubre las fortalezas del autor, a veces obsesivas pero características de las personas con Síndrome de Asperger.
El libro critica también la manera de tratar la educación francesa los casos de niños con Asperger, el miedo del profesorado a tratar síndromes para los que no los han preparado.
Pero hay lugar para la esperanza y la alegría en el libro. Nos abre los ojos a una realidad que viven muchas familias en su día a día pero nos muestra como con el coraje de una madre que se niega a aceptar diagnósticos inmovilistas, la negativa de algunos ‘profesionales’ a creer en la mejora cualitativa de estos niños y que facilita un entorno estimulante y empático.
Definitivamente El Emperador, soy yo es un libro que ayuda a dar esperanza pero sin renunciar a mostrar la realidad dura que se produce a diario para estas personas y sus familias. De que se trata de una guerra en la que hay que pelear con inteligencia pero con amor, sobre todo con mucho amor.
Hoy, la fractura del autismo ha pasado. El guerrero de los brazos desnudos se ha convertido en un adulto sereno. Y, entonces, decide zambullirse de nuevo en la infancia. Nos arrastra con él, capítulo tras capítulo. Tiene cuatro años, ocho años, doce años. Tiene miedo. Se golpea contra el absurdo de una vida como una mariposa contra una lámpara.
Es claro, justo, extraño, cruel a veces. Se ahogan las lágrimas y la ternura brota como el relámpago.
Un texto fascinante en la línea de los grandes relatos sobre el autismo. Y sobre la condición humana.
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