Desconozco la razón por la que me empeño a llamar a esta sección "La frase de la semana", cuando un incontinente verbal como el que suscribe, lo menos que selecciona aquí son párrafos enteros.
Bueno, una última interrupción más, con causa esta. Añado los enlaces a los respectivos posts:
¿No será más auténtico y eficaz fijar el reto, la esencia del proyecto, para luego pasar a expresarlo en términos de criterios de evaluación una vez realizado el prototipo de actividades?
Nunca ha sido lo mío realizar resúmenes. Menos aún esquemas. Odio las encuestas de preguntas a marcar con un sí o un no, una equis, o elegir la palabreja de turno. Nací para los matices y la opinión propia (lo cual no garantiza que sea la acertada, pero sí, al menos, algo reflexionada). Twitter me ha venido como un anillo al dedo, pero me he adaptado sin renunciar a mí manera de ser.
No te digo, para realizar una entradilla y dejar espacio a las palabras de otro ya van...
Bueno, que hoy, más allá incluso de lo habitual, no me limito a extenderme en la selección de las palabras (¿frase?) de alguna persona. Lo hago de dos compañeros.
Eso sí, en la cabecera, donde ocuparán un lugar de honor durante aproximadamente una semana, sí que he reducido algo por imperiosa necesidad. Pero no crean que mucho.
Hoy traigo a dos compañeros de la reflexión, que no de la flexión: Carlos M.S. @cmorsoc y Jordi Martí @xarxatic que nos invitan, haciéndonos mover entre la rebeldía argumentada y el caos del sistema y las personas, a infiltrarnos en el lado claro del asunto.
Son dos compañeros que suelen invitar a esa reflexión, que la provocan incluso en su acepción más beligerante, pero que no dejan a nadie frío, que remueven nuestro interior y nos hacen salir de nuestra zona de confort más allá de coincidir siempre, algunas veces o nunca con sus opiniones.
Sólo por eso, merecen nuestro respeto ¿Les parece poco?
Son dos compañeros que suelen invitar a esa reflexión, que la provocan incluso en su acepción más beligerante, pero que no dejan a nadie frío, que remueven nuestro interior y nos hacen salir de nuestra zona de confort más allá de coincidir siempre, algunas veces o nunca con sus opiniones.
Sólo por eso, merecen nuestro respeto ¿Les parece poco?
Les dejo, por fin, con ellos.
Bueno, una última interrupción más, con causa esta. Añado los enlaces a los respectivos posts:
¿No será más auténtico y eficaz fijar el reto, la esencia del proyecto, para luego pasar a expresarlo en términos de criterios de evaluación una vez realizado el prototipo de actividades?
¿No crees que esta idea puede ayudar a crear mejores currículos con el conjunto mínimo de criterios de evaluación que permitan expresar cualquier proyecto realizable con los aprendizajes propios de cierta área y nivel?
¿No resulta evidente que el status otorgado actualmente a los criterios de evaluación no es el adecuado?
Los criterios sirven para describir los proyectos, pero la forma natural de crearlos es partiendo del reto... Ya está, ya lo he dicho:
¿Te atreves a unirte al bando rebelde?
¡Te necesitaremos!
Se ha demostrado que la linealidad en el aprendizaje no funciona.
Que el control absoluto sobre el aprendizaje basado en pruebas cada vez más estandarizadas no está dando los frutos que se preveían. La estrategia educativa del uso de conceptos de la matemática lineal ha fracasado y, a pesar de ello, seguimos insistiendo en lo mismo. Por tanto, ¿por qué no probamos otra cosa? ¿Por qué no nos dejamos de linealidad y nos acercamos a una teoría del caos educativo más compleja y, por ello, más fácil de asumir por aquellos que nos dedicamos a la docencia? ¿Por qué no basar el aprendizaje en personalizaciones sujetas al azar más absoluto? ¿Por qué no dejarnos de estandarizar y acercarnos a personalizar chavales totalmente heterogéneos?
Creo que una de las mejoras educativas podría pasar por la destrucción de la planificación del modelo actual. Por dejar de temporizar. Por dejar de impartir los contenidos de forma lineal. Por ceder al contexto. Por dejarse llevar por la improvisación y el caos. Porque, al fin y al cabo, el caos es la realidad e intentar que el mismo desaparezca se hace imposible. La entropía aumenta por leyes de la naturaleza y, a su vez, el grado de desorden de la misma. Hay un deterioro general e inexorable hacia el caos por tanto, ¿por qué impedirlo? ¿Por qué no dejarnos llevar por los dictados de la naturaleza e incorporar el caos en nuestro sistema educativo? ¿Por qué no ceñir aprendizajes a necesidades y no a temas sesgados? ¿Por qué no trabajar de forma global, entendiendo el caos, y no de forma individual aislándolo de nuestas actuaciones?
Gestionar el caos es más complicado que hacer lo que estamos haciendo. Comprender que el currículum y las asignaturas tienen poco de natural es el primer paso para plantearse que, más allá de regulaciones, temas o conceptos, hay comprensiones globales. Que los tiempos son caóticos y marcarlos tan taxativamente en un contexto educativo convierte el sistema en una mera factoría. Y no estamos haciendo vehículos. Estamos ayudando a hacer personas. Y las personas van a ser sometidas a una vida azarosa. Una vida en la que nada está compartimentado. Una vida donde no se cierran etapas y más bien se acaban mezclando todas. Que la vida es un caos y si pretendemos que los centros educativos sean lo más parecido a la realidad debemos dejarnos llevar por esa situación. Que en la vida no va a haber madejas que desenreden los hilos de forma ordenada. Que para coser un buen vestido, diferente y único, no hay suficiente con saber dar puntadas al hilo. Conviene saber improvisar. Conviene dejarse llevar. Conviene ser, en definitiva, caótico.
No comments:
Post a Comment