En el mundo tecnológico el el que nos movemos cada vez más, se considera una virtud la capacidad de poder saltar de una manera rápida y adecuada de un tema a otro lateral, semánticamente interrelacionado o diametralmente diferente.
Pero no es menos cierto, que la capacidad casi contraria de poder centrarse en un único asunto sin procastinar y sacarle el máximo partido, se torna fundamental y puede llegar a marcar la diferencia.
Entre otras cuestiones, porque en un mundo cada vez más infoxicado, la primera virtud, resulta más fácil y común de desarrollar.
En este contexto, esta obra de Walter Mischel y su conocido test de la golosina, recobra total y renovada vigencia.
Todo lo concerniente con la Educación Emocional, por tanto, resulta de interés en relación a la manera de implementar el uso de las tecnologías del aprendizaje y la comunicación.
El descubrimiento de que las estrategias de autocontrol pueden aprenderse, demorarse la satisfacción inmediata y el conocimiento que se tiene de las consecuencias que esta capacidad cognitiva puede tener en el futuro de los niños, guía esta obra de Mischel.
Esta capacidad es visible y tiene consecuencias importantes, a lo largo de la vida, para el bienestar y la salud física y mental de las personas.
Lo importante por sus implicaciones en la educación y la formación de los niños, es que se trata de una capacidad susceptible de modificación y puede aumentarse mediante estrategias ya identificadas.
Este libro de Walter Mischelniel versa sobre el estado de todas las investigaciones desarrolladas en torno a la capacidad de autocontrol y sobre cómo este mecanismo puede utilizarse de un modo constructivo en la vida cotidiana.
El libro trata de responder a las preguntas:
¿Qué es lo que realmente demuestra el test de la golosina?
¿La capacidad preprogramada para demorar satisfacciones?
¿Qué podemos extraer de él?
¿Qué inconvenientes tiene?
En definitiva, puede ser una obra importante por sus implicaciones educativas en educación Emocional.
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