Recuerdo una ocasión en la que un compañero me viene a buscar diciéndome que hay un padre muy enfadado que quiere "hablar" conmigo. El compañero preocupado se ofrece para acompañarme en la conversación.
Recibimos al padre con un apretón de mano y una leve sonrisa natural.
Le preguntamos la razón que le había traído hasta el centro.
El padre comienza a desfogarse.
Nuestro rostro es de escucha atenta.
Una vez termina comenzamos a hablar con pausa y a hacerle ver que no éramos sus enemigos, tampoco de su hija.
Le vamos transmitiendo nuestra calma.
El padre termina dándonos las gracias de manera sincera y la conducta de su hija mejoró (hace poco la vi y me saludó con aprecio, lo cual siempre reconforta).
Mi mayor sorpresa fue ver la actuación de mi compañero. No salía de mi asombro. Era un joven profesor en sus primeros años de docencia. Me asombraba ver como se manejaba en una situación compleja con las mismas estrategias que a mí me habían costado años de lectura, observación, reflexión y práctica aprender.
No voy a decir que como docentes debemos aguantar todo lo que se nos venga encima, pero hay una serie de aspectos que no debemos olvidar si no queremos empeorar una situación. Sobre todo, si lo que pretendemos es educar:
- Debemos entender que existe una conversación superficial y otra profunda y real: No es lo mismo lo que nos dicen un padre o madre que lo que en realidad nos está queriendo decir. Muchas veces nos transmiten su impotencia de la manera que saben (muchas veces no es la más adecuada). Nos dicen que la culpa es nuestra, cuando en realidad lo que nos quieren decir es que no saben cómo controlar a sus hijos (seamos sinceros, ¿siempre sabemos?), que no pueden con ellos y que encima vamos nosotros a armarle una buena.
- El fuego no se apaga con gasolina: En muchas ocasiones nos dejamos desbordar y contagiar por los nervios y formas del interlocutor y actuamos de la misma manera. Debemos marcar la diferencia y aprovechar la ocasión para educar.
- No debemos personalizar: estamos actuando profesionalmente y, aunque cueste y debamos aprender, no debemos dejar que las cuestiones nos afecten personalmente. Como podemos apreciar en el siguiente vídeo, aunque lo que nos digan barbaridades, somos nosotros los que elegimos que nos afecten.
- Escuchar, escuchar: Siempre hago referencia al capítulo dos de Momo, porque me hizo reflexionar mucho al respecto. Momo era una niña corriente, no destacaba en nada. Lo que la hacía especial y por lo que todos querían acercarse a ella cuando tenían un problema era porque sabía escuchar. Las personas, en general, necesitan ser escuchadas y comprendidas (aunque no sepan la mejor manera de hacerlo).
- Debemos conducir la entrevista: Si hablamos pausadamente, acabaremos por reconducir a la otra persona y hacer que recupere el tono del que es presa y entre en razón. Somos los profesionales y, aunque no nos hayan formado para ello, debemos hacerlo nosotros.
- Reconocer, reconocer: si nos hemos equivocado en algo, no se nos deben caer los anillos por reconocerlo. No solo somos humanos, sino que aprovechamos la situación para educar con la mejor herramienta: el ejemplo. Y, demás, es lo justo.
- Sacar del campo de batalla: ¡En cuántas ocasiones nos cogen en fuera de juego y comenzamos a hablar o nos abordan en público! Se nos debe encender una luz y reconducir a otro espacio más adecuado lo antes posible.
- ¡Puedes ser muy bueno, pero...!: Por muy buenos que seamos reconduciendo una situación y por mucho autocontrol que tengamos, nunca sabemos cuando se nos puede torce una situación. Debemos hablar siempre con otro docente que nos acompañe (al menos, cuando esperamos abordar un tema delicado).
- No te frustres: Repito, por muy buenos que creamos ser, siempre puede haber una situación que no logremos atajar y reconducir. No tires por la borda todo lo que has aprendido. No te lo tomes como algo personal o como un fracaso tuyo. Míralo como una oportunidad para aprender y mejorar la próxima vez.
- Sé gracioso: Da las gracias cada vez que sea necesario. Habla de lo bueno, incluso comienza a hacerlo por lo bueno (no te lo inventes, que sea real). Transmites el mensaje de que estás tratando de ser objetivo y de que no tienes nada contra el alumno. Se consigue más con una cuchara de miel que con cien de hiel.
- Sé gracioso: No, esta vez no me he confundido. Utiliza el humor, es la mejor herramienta que tenemos. Vale la frase anterior. Eso sí, mídelo, ajústalo a la ocasión. No hay nada peor que una broma mal utilizada y/o entendida por estar fuera de lugar. Sigue siendo la mejor herramienta con la que contamos.
- Tu cuerpo habla: Debes manejar tus emociones para poder llevar una situación. Si transmites miedo, rabia, nerviosismo en tu rostro y con tu actitud corporal, difícilmente vas a poder reconducir una situación.
- Agradece: Si has resuelto un problema satisfactoriamente, agradece la visita aunque no haya comenzado de la mejor manera. La siguiente vez, vendrán de otra manera.
- No es cuestión de un día: No se cambia a una persona en un día, pero poco a poco, vamos mejorando el ambiente y construiremos un centro y un mundo mejores.
¿Utilizas alguna estrategia que te funcione para reconducir situaciones? Te agradecería que la dejases en los comentarios. Muchas gracias
Bueno, ahora viene el vídeo. Es sorprendente, pero una prueba de que podemos controlar una situación (¡vaya situación!) sin perder los estribos, sin dejarnos contagiar y sin que nos afecten las cosas que nos digan (sobre todo cuando no tienen razón alguna).
Según parece, esta "persona" fue cazada por el interventor del tren viajando sin billete. El vigilante de la estación lo retenía mientras esperaba la llegada de la policía para que lo identificase.
El vídeo es todo un ejemplo de autocontrol, serenidad e inteligencia emocional por parte del vigilante, que se ve obligado a soportar toda clase de insultos.
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