Imagen: portada del libro La Educación en la confianza, Louis Corman. Ed. Aguilar |
Educación basada en la confianza.
En los últimos años hemos asistido a la progresiva desaparición de las aulas de todo aquello que implique educación en valores humanos y democráticos y ausencia de contenidos humanísticos en favor de los tecnológicos y científicos. No se trata de establecer a estas alturas una absurda lucha entre contenidos humarústicos y cultura científica y tecnológica. De lo que se trata, es de poner en su justa medida la necesaria formación integral de las personas.
Es obvio que un científico falto de éticay de valores puede ser un potencial peligro, tanto por sus propios actos como por la manipulación de la que podría ser objeto por su falta de formación en valores éticos y pensamiento crítico.
Nos encontramos en un contexto en el que se debate entre la formación y la prohibición. Sin ir demasiado lejos, en la vecina Francia, han optado, ilusos, por la prohibición de manera ilusa. Y digo ilusa, porque si creen que con la prohibición del uso de los móviles en las aulas van a terminar con el cyberbullying y el acoso escolar, andan equivocados. Probablemente, incluso aumente con ello y se pierdan valiosas oportunidades de educar.
A nadie que se mueva en el interior de los centros educativos se le escapa que la mayor parte de los casos de cyberbullying tienen su origen más allá de las aulas y terminan por afectar a la vida en las mismas.
Difícilmente nuestros alumnos van a saberse defender de los peligros de la red si no aprovechamos los conflictos como oportunidades para educar, si no les hacemos tomar consciencia a nuestros alumnos de los peligros y posibles responsabilidades en las que pueden incurrir y si no somos capaces de formarlos un uso positivo y responsable de la tecnología y de las posibilidades que nos ofrece.
Esta es una labor conjunta de familias y escuela. De familias, porque la familia debe ser un agente fundamental de esta y de cualquier educación en valores y aprovechamiento adecuado de la tecnología. Y de la escuela, porque la tecnología es cada vez más compleja y su uso tiene un claro componente educativo. Si además tenemos en cuenta que muchas familias no tienen capacidad para ofrecer esta educación tecnológica, incluso en valores, debemos entender que la sociedad no puede ni debe dejar en desamparo a muchas alumnas.
No hay control parental que no pueda ser saltado, ni imprudencia o delito que no se pueda realizar si no existe una buena educación en valores.
El mejor control parental es la educación en la confianza y en valores. Es aquella que estará presente las 24 horas del día, los7 días de la semana, los 365 del año y que acompañará a los niños y jóvenes a lo largo de sus vidas.
La educación afectivo-sexual prácticamente he desaparecido de las aulas y de unas familias con poco tiempo para la conciliación y ha sido sustituida por la "educación pornográfica". Y esto ha sucedido en muchos centros en los que los dispositivos móviles estaban prohibidos y en familias que creían tenerlo todo bajo control.
Una educación basada en la confianza, que no confiada, debe ser aquella que utiliza los problemas como oportunidades para educar y lo hace desde la prevención y la formación en valores, aquella que no soluciona los problemas obviándolos, sino haciéndoles frente.
Muchos de los problemas que están surgiendo en torno al uso de la tecnología tienen mucho que ver con una dejación de funciones sociales. Y ahí incluyo a toda la sociedad, desde medios de comunicación, hasta políticos e instituciones. Es la sociedad entera la que educa.
No podemos dejar en mano de la pornografía y de un mal uso de la tecnología la formación de las niñas y jóvenes. Después, no bastará con escandalizarnos con la cosificación de la mujer o con las execrables cosas que pasan.
Eduquemos desde la confianza, la prevención, el pensamiento crítico y el desarrollo progresivo de la responsabilidad.
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