Nunca iré de viaje de fin de curso
Siete intrépidos aventureros se preparan para este periplo fugaz, desgranando los últimos momentos de una cuenta atrás iniciada por Omar en el grupo del Whatsapp.
Los nervios ya no se disimulan. Es un buen broche a cuatro años en el IES María Pérez Trujillo. Para algunos es un paso más en sus vidas de estudiantes. Para otros supone un hasta luego. Pero para todos, va a significar un episodio inolvidable en sus vidas, imborrable tatuaje en lo más profundo de sus dermis, como diría Eduardo, el poeta de la incertidumbre que ameniza el grupo de mensajería instantánea.
Las madres... ¡Ay las madres! Esas sufridoras silentes que vivirán el viaje de sus hijos en primera persona. Con los nervios de una primeriza, nos acompañarán en espera de una llamada que tarda en producirse, un mensaje escueto del dispositivo móvil. Un mensaje que nunca será suficiente.
Laura, siempre más en la recámara.
Ariadna, la delegada que siempre pone cordura y responsabilidad.
Paula, la documentación in extremis, quizás como ella misma que se unió al grupo en el último momento, en el último año. Integrada como la que más.
Omar, la chispa de humor asegurada, baja el nivel de tensión como ninguno, a la par que lo eleva con su constante cuenta atrás que llega a su fin.
Eduardo, el discente poeta de la incertidumbre, a veces fogoso abrazador de idas y venidas.
Alejandro, apareciendo inesperadamente, pone siempre una pizca de humor y un corazón, que aunque trata de ocultar en ocasiones, no cabe en su pecho.
Y Miriam... Miriam, tendrá un hueco en nuestros pensamientos y más de un recoveco en nuestros corazones. Sin duda, viajará con nosotros. Es parte del viaje. Ha vivido con nosotros estos nueve meses y es parte indudable de esta partogénesis que en breve se inicia.
Atrás quedan las dulces y no tan dulces ventas semanales, los pedidos de Chago que no cesaban, las rifas iniciales, las reuniones, las ocupaciones del despacho de vicedirección, las bromas, la ilusión en espera, las conversaciones infructuosas buscando y no encontrando una víctima propiciatoria que los acompañase en esta travesía... un tutor que no daba la cara (cobrando una deuda, jeje) hasta que éste infeliz tuvo que asumirlo.
Esta vez no hay calificación, no hay nota ni expediente que cubrir, pero, también tiene su enseñanza. Probablemente más importante de lo que piensan. Van a convivir con nuevos compañeros, algunos de los cuales se convertirán en nuevos amigos con los que uasapear o quedar un fin de semana. Van a conocer geografía de la mejor manera. Algo de cultura que traerse debajo del brazo.
Y, cómo no, una advertencia, por milésima vez... El que no adecúe a las circunstancias su performance, lo cojo de la oreja y no lo pongo en Flandes, sino en la Ínsula Barataria de la que partimos (jeje, ya sé que son buenos chicos y no va a hacer falta, pero saben que me gusta meterme con ustedes) Más les vale... (jeje de nuevo).
Bon voyage.
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