Probablemente, desde que comencé en la web, éste es el mayor período de tiempo que llevo sin escribir algo o realizar algún post. Estas extrañas pausas no son tan ajenas a mí, aunque pudiera parecerlo.
Las espero y las bendigo. No las programo. Son parte de lo que he intentado hacer durante estos años. Quiero llevar adelante este blog y mis experiencias educativas por puro placer. Con trabajo, horas, buscando y rebuscando, reflexionando de cuando en cuando, pero por placer.
Quizás por tener abandonada una de mis mayores aficiones, quiero que sea así. Me apasionó tanto, que no supe marcar distancias cuando fue necesario. Hoy, la miro de lejos, no sin desconsuelo, pero sí, contradictoriamente, sin querer acercarme.
Con la educación (llamémosla así), los blogs, las apps (que me convierten sin serlo en friki y geek), los compañeros de fatiga de la red virtual y física, no quiero que me pase lo mismo.
Así que me tomo mis tiempos y mis distancias cuando el cuerpo y mi poca mente me lo piden. Creo que algo he aprendido a escucharlo, aunque nunca sea suficiente.
Sólo algunas cosas son capaces de romper este necesario distanciamiento, para ponerme manos a la obra e intentar escribir algunas líneas acorde con lo que acabo de leer y releer.
Pero me está resultando imposible. Me disparan a diestro y a siniestro en Twitter impidiéndome mi escasa capacidad de concentración en estos momentos.
Sin embargo, esta empresa (cómo me pudo salir este palabro con lo prostituido que lo tienen, usándolo hasta en educación) no merece menos. Y, no por obligación. Por expreso deseo.
7 u 8 años ya, desde que un día me crucé con Conchita. De una manera poco afortunada. Lo reconozco. No eran buenos momentos, aunque sí propicios para ir aprendiendo cómo moverme por la red y por donde no andar. La conocí llevándome mi primera reprimenda.
No fue la única. Siempre las he agradecido, porque Conchita es de esas amigas que no confunde la amistad a la hora de decirte las cosas necesarias. Ese tipo de sinceridad la valoro. Es el aspecto más complicado de una amistad o de cualquier relación laboral o personal. Te ayudan a situarte y resituarte. A nunca creerte lo que no eres.
Antes de seguir enrollándome, que me veo venir y me conozco, voy a señalar el motivo de este post de témporas: Ayer me llegó el borrador de tesis de Mercedes, basado en el trabajo de Conchita y sus intrépidos Blogmaníacos.
Es por ellos, que me encuentro enrollado aquí, por témporas o a pesar de ellas.
Una vez hecha la aclaración, continuo por donde iba.
Encontrarme de bruces con Conchita fue pura Serendipia. Andaba yo inmerso en descubrir los entresijos del mundo 2.0 y, sobre todo, en entenderlos, cuando me topé con los Blogmaníacos.
Eso y entender de una vez la entelequia 2.0 fue todo Blogmanía. Por fin entendía lo que suponía el mundo 2.0 y dejó de ser una entelequia para convertirse en algo tangible a pesar de ser virtual.
¿Contradicción? Ninguna. Es cómo tratar de entender la emoción 2.0. Imposible, ahora, ¡vaya si es posible sentirla!
Después de introducirme en el mundo Blogmaníaco, hasta alcanzar la graduación y el carnet, ya era capaz de entender las entelequias de los profes inn y de los teóricos de la poesía 2.0, aunque en ocasaiones ni ellos fueran capaces.
Leer primero, seguir después el blog Blogmaníacos, fue todo un POOC (curso en línea personalizado y abierto).
Más tarde vino la colaboración, el intercambio, la complicidad, los retos... que fueron tejiendo la telaraña que llevó a una amistad. Miento, a muchas amistades.
He tenido contacto con las sucesivas generaciones de blogmaníacos. Con todas ellas he pasado ratos agradables y han surgido buenas experiencias. En honor a la verdad, entablé contacto especial con una de ellas. Surgió como suelen surgir las buenas cosas: sin esperarlas y sin forazarlas.
Lo cierto, es que me hicieron sentir educador en la distancia. Sin quererlo, sin prepararlo. Cada reto que les proponía, era superado con creces, no tenían límite en lo que pasión se refiere. Fue mucho lo que me enseñaron.
Yendo al grano, un blog 2.0 es un blog necesariamente vivo, de ida y vuelta. En el participan el profesor, los alumnos, pero no como realizando un trabajo de clase. Es necesario que lo hagan con pasión, que lo vivan, que lo sientan, que lo esperen, que lo desesperen, que asalten la página de comentarios... Un blog 2.0 no se queda encerrado en las paredes del aula. Necesitan atravesarlas, llegar a las familias. Hacerlas venir a clase, llevarlas al cine, de la mano de los abuelos y abuelas. Leer sus comentarios en el blog, conocer sus aportaciones al proceso educativo. Un blog 2.0 necesita atravesar las paredes del pueblo, trascender la provincia, el país, las fronteras. Entrar en contacto con alumnos de otros centros, lugares y países. Entrar en contacto con profes de otros lugares y aprender de ellos mientras les enseñan.
La mejor definición que se me ocurre y que he aprendido de Blog 2.0 es Blogmaníacos.
Llegará un momento, o no, en el que Blogmaníacos desaparezca, pero no lo harán sus enseñanzas. Siempre será una fuente de primer orden a la que consultar en la red.
Para que todo esto fuera posible, era necesario unos alumnos muy especiales, los Blogmaníacos.
Pero digámoslo, ahora que no nos oye, en voz baja, para no llamar su atención o, lo que es peor, recibir una de sus reprimendas (ya hace tiempo que no recibo una y me va tocando). Un blog así, necesita una maestra.
Un término tan injustamente denostado en ocasiones por tirios y troyanos.
No una maestra cualquiera, una que ame lo que hace. No es MOOCo de pavo. Es el secreto de la energía limpia. Esa que no se desgasta con los años. Esa que se transmite como ejemplo a las nuevas generaciones de docentes aunque no donde debiera. Ya llegaremos a eso.
Conchita, para los que hemos tenido la suerte de seguirla, conocerla y aguantar algún que otro cariñoso improperio (esto me costará alguno) ha supuesto un claro ejemplo de amor a su trabajo, de ser feliz en él. Y siempre lo ha hecho sin altavoz (más allá de su ejemplar blog). Nunca se ha tenido que subir a ninguna tarima para tener presencia ni maestría. La ha ejercido sin aspavientos. Sin pretender, como ella misma señala, nada más que educar al grupo que le ha tocado. Y hacerlo lo mejor que ha podido y ha sabido ¡Y vaya que sí ha sabido! Pero como he dicho, sin pretenderlo, no se ha quedado ahí. Ha sido también,nuestra MAESTRA.
Gracias a Conchita, supe también lo que era un torbellino educativo de ideas. De ideas, pero torbellino.
Me comentó que había dado mi correo a una profesora que por aquel entonces trabajaba en Londres y venía a Spain a dar unas charlas, porque ésta, me quería pedir permiso para usar unos materiales míos en una charla.
¡Para qué fue aquello! Empezó, y hasta el día de hoy no ha parado. Sin ir más lejos, cualquiera que acceda a mi tweetline de esta tarde, podrá comprobar el acoso al que fui sometido por ella y por su aliada en maldades, @inmatics.
Hablo de Mercedes.
Conchita primero, y después Mercedes, me abrieron la puerta a conocer gente impagable en la red. No han parado de hacerlo. La mayor parte de las personas que he conocido en la red y que valen la pena, han tenido y siguen teniendo que ver, de alguna manera, con ellas.
Mercedes es un torrente de energía que se desborda por momentos y que tiene como principal característica, el contagiar a la gente que tiene la fortuna de darse de bruces con ella (no hay otra manera).
La cosa no queda ahí, porque otra de sus virtudes es hacer consciente a esos docentes de las cualidades que poseen y que por alguna humilde razón desconocen.
Bueno, rebobinando, todo esto viene, como decía, porque me habían enviado su tesis para que les diera mi opinión. No creo que les aporte mucho, más bien nada, porque me superan ampliamente. Comencé a leerla la noche anterior y esta tarde he terminado de leerla, no sin antes resistir a la tentación de irme por los múltiples vericuetos de los enlaces con los que Mercedes adornaba no solo estéticamente sus tesis. Muchos los tengo pendientes para retomarlos. Me encantan las callejuelas y ella lo sabe, por lo que me tuve que disciplinar y aparcarlos momentáneamente a adentrarme en ellos.
He de reconocer, que aún así, no pude resistirme a adentrarme en alguno de ellos.
@blogmaniacos recordando
— CREAPRENDE CONLAURA (@jhergony) agosto 3, 2014
Siempre eché de menos, cuando recibí formación universitaria, el que los profesores que nos enseñaban, conociesen la realidad de la que hablaban. Las cosas han cambiado algo, pero, salvo honrosas excepxiones, me da que poco.
Por eso, no va nada desencaminada, Ahinoa Ezeiza, cuando señala que hay que investigar, documentar y contar, que hay que hablar con su propia voz, que ya está bien que los actores educativos (que no delictivos) sean protagonistas de sus propias tesis. Vamos, que sean contrastadas con la realidad del día a día del aula.
La tesis de Mercedes, se centra en Conchita y sus Blogmaníacos, auténticos profesores de futuros docentes, de lo cual he tenido la fortuna de comprobar en persona (HISTORIAS DE STORYTELLING ¿Quieres saber X Q Mercedes, Conchita y los Blogmaníacos cautivaron en la Coruña?) y en la red (a través de su experiencia conjunta con alumnos de Magisterio de Educación Primaria de la Universidad de Murcia).
Es un gran acierto de Mercedes, que la experiencia docente de Conchita y los Blogmaníacos lleguen a la universidad en forma de tesis. Adolece ésta de un contacto con la realidad misma del aula y, a buen seguro, es una buena manera de hacerlo. No es precisamente la primera vez que estas dos maestras se acercan al mundo universitario para compartir su sapiencia.
Espero que sirva para hacer comprender a ese mundo universitario que debe hacerse presente en las aulas de infantil, primaria y secundaria, más allá de unas prácticas, grados y masters. Y deben acercarse los futuros docentes y sus profesores, que deben conocer in situ, la realidad sobre la que hablan. No pretendo con esto, cuestionar el trabajo de excelentes docentes universitarios que sí lo hacen.
Esta tesis, no es únicamente el resultado del estudio de la práctica docente de Conchita y sus Blogmaníacos, sino que también, es el resultado de la amplia experiencia profesional y personal de Mercedes y su trabajo de investigación.
A buen seguro que surgirá algún agorero doctoral, que cuestione sus procedimientos, desde la distancia incomprensible al aula que ese doctor debiera de transitar de manera habitual.
Tampoco sería de extrañar, agoreros de este lado, en un país de sagitario, corrupto hasta las entrañas y envidioso hasta límites insospechados.
Pero nada de esto debe turbar, el impresionante trabajo y la experiencia que generosa y altruistamente, tanto Mercedes como Conchita, han compartido con nosotros, no sólo con su tesis, sino con toda su experiencia vital y profesional.
Gracias, MAESTRAS.
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