Una educación que no sea transformadora y que no persiga dignificar a los nadie no es educación ni es nada, por mucha tecnología que la acompañe. Cierto que los nadie del primer mundo son diferentes a los del resto. Aún así, cada vez se parecen más.
Galeano cuenta cómo una niña respetaba al maestro porque éste le había enseñado a perder el miedo de equivocarse.
¿Cuántos miedos deberíamos enseñar a perder?
Sin embargo, no utilizamos la regla ni el tortazo, pero seguimos generando miedos o desafecciones y no placer por aprender.
Curiosamente, el diccionario de la Real Academia Española define desafección como mala voluntad ¿mala voluntad de quién?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.