¿Debemos replantearnos la Educación para la salud?
Un estudio a gran escala publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences PNAS, ha planteado un enfoque diferente al tradicional para cambiar la actitud de los adolescentes hacia una alimentación más saludable, y sus resultados son prometedores.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago argumentó que los intentos anteriores no han tenido éxito debido a un simple defecto: se centran en un futuro más saludable, y al parecer, esto no es suficiente motivación para los adolescentes.
Por el contrario, esta reciente investigación se apoya en el instinto de rebeldía y autonomía que poseen los jóvenes y en el valor que le dan a la justicia social.
- Un grupo al que se les dio la charla tradicional que brinda la Salud Pública de Estados Unidos sobre este tema.
- Por el contrario, otro grupo recibió una intervención en el sentido de este innovador experimento.
- Un tercer grupo al que no se le dio ninguna charla.
Al grupo del estudio experimental les impartieron charlas sobre la industria alimentaria, más concretamente sobre:
- Las engañosas estrategias de manipulación que utilizan para hacer de la comida basura más adictiva y a presentar los productos como más saludables.
- La exposición también explicaba cómo las campañas publicitarias se dirigen específicamente a personas muy jóvenes y pobres, causando un daño a estos grupos más vulnerables.
- También se les hacía ver que la mejor forma de luchar contra estas empresas era comprando menos alimentos procesados.
- Por último, se les pidió a los estudiantes que escribieran un ensayo sobre el tema, como forma de asegurarse que los adolescentes se identificaran con el mensaje.
Algunos días después, en un contexto aparentemente no relacionado, se les ofreció a todos los estudiantes una selección de aperitivos (se les dijo que era en recompensa por el duro trabajo durante el reciente período de exámenes):
- Los adolescentes del estudio experimental prefirieron mayoritariamente las opciones más saludables, tales como frutas o agua.
- En cambio, los jóvenes del grupo de control eligieron principalmente refrescos y comida basura.
- Los resultados del estudio tampoco encontraron diferencias significativas entre el grupo de control y estudiantes que no habían participado de ninguno de los dos grupos anteriores.
El grupo del estudio consumió, en promedio, unos 4 gramos menos de azúcar que el grupo de control. Esto equivale a una cucharada de azúcar y más del 10% de la ingesta diaria recomendada. Además, durante la semana siguiente, las cámaras de seguridad de las escuelas mostraron que estos jóvenes estaban notoriamente menos tentados a comprar refrescos azucarados.
Este estudio podría indicarnos que, solamente con educar a los adolescentes sobre los efectos nocivos para la salud de la comida basura, no obtendríamos resultados. Estos resultados muestran que es posible encontrar nuevos enfoques para reducir la alimentación poco saludable entre los jóvenes.
Faltaría conocer si este efecto tuvo una duración de largo plazo o si en todos los casos fue un efecto fugaz.
De cualquier modo, nos aporta algunas luces para replantear la situación:
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