Ayer realizamos la primera prueba de la aplicación de Apps Aventura en el marco de las pinas calles de
La Orotava.
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La verdad es que nos lo pasamos bastante bien realizando las pruebas, sobre todo yo, que al haber diseñado las de La Orotava, no participé
en su resolución. Únicamente me limité a reírme de mis intrépidos compañeros,
Sigfrido y Reyes, mientras se devanaban los sesos para re
solver cada una de las pruebas y aprendían a aprender, que nunca es tarde.
Probamos la apps en tres dispositivos móviles con sistema Android: un Sony Ericsson Xperia (el peor), un Samsung Galaxy Mini (algo mejor) y un Samsung Galaxy 3 (sin duda el mejor).
Pronto comprobamos alguna dificultad con el Sony Xperia, cuya cuanta atrás no funcionaba correctamente y a cada prueba devolvía el tiempo completo a su portador. Claro, que
Sigfrido, alumno aventajado en la trapichería, pronto vio su ventaja, al convertir su defecto en virtud. Nunca gastaba su tiempo y tenía su éxito casi asegurado.
En la última estación, mientras degustábamos un té verde con hierba de huerto, decidieron como castigo ante mi constante burla, no dejarme hablar ni participar en la venganza que planeaban, ultimando los detalles de la prueba de La Laguna. La venganza se presume cruel cuando visitemos sus llanas calles. Intenté redimir mis penas, con poca fortuna, obsequiándol
es con un ejemplar firmado del libro
Tenerife Patrimonio Histórico y Cultural, pero todo intento fue en vano
.
Dificultades encontradas:
- La aplicación daba algún fallo en el Sony Ericsson Xperia por lo que decidimos revisarla y comprobarla en otros dispositivos Android.
- Alguno de los botones dio fallo y no daba acceso a las pruebas por lo que tendremos que revisarlo.
- Alguna prueba debemos adaptarla a 2º de la ESO, pues en la práctica se comprobó complicada.
- Se produjo una interferencia entre el localizador del GPS y la ubicación determinada por redes móviles. Al comprobar in situ los botones de cada prueba no logramos que se activaran. Al buscar nuestra ubicación a través de Google Maps comprobamos que ésta se movía sin demasiada precisión con respecto a nuestros movimientos. Llegamos a la conclusión de que la ubicación determinada por las redes móviles y wifi interfería con la del GPS. La solución aplicada fue: Desactivar la localización usando las redes móviles. para ello, fuimos a Ajustes > Ubicación y Seguridad > desmarcar Utilizar Redes > dejar marcado Usar satélites GPS. Como resultado se activaron correctamente en el punto que habíamos geoposicionado en el mapa creado en Google Maps. Aún así, vimos que teníamos margen para ampliar un poco más el radio de activación. Lo valoraremos.
- Cada grupo de alumnos debe tener una cuenta de Gmail para poder editar la tabla fusión, dándoles de alta previamente.
El bagaje cultural fue intenso.
De entrada los descolocó lo de la "encontrarán dos esferas terrestres....en la
fachada octogonal de una
iglesia...".
Después comenzaron los "hacia dónde vamos, hacia la izquierda, hacia la derecha, arriba (imprescindible en La Orotava) hacia abajo (tortura inflingida para volver a subir)".
Ponto demostraron su capacidad para trabajar colaborativamente. Mientras uno mantenía abierto el mapa de Google Maps, el otro hacia lo propio con el localizador con las coordenadas para llegar al punto de destino.
Y fue así como descubrieron el nombre de un
historiador canario nacido en 1731, que fue el primero que documentó la existencia de los pasadizos secretos.
Seguidamente se adentraron y conocieron la fascinante historia del Mausoleo del Marqués de la Quinta Roja, curioso y único templo masónico de montaña existente en el mundo. El marqués, don
Diego Ponte del Castillo, había mantenido acaloradas discusiones con el párroco de la
La Orotava, a causa de su pertenencia a la logia masónica Taoro.
Cuando el joven marqués falleció de forma repentina, el clérigo –José Borgues Acosta–
se negó a que fuera enterrado en campo santo. Ante tal negativa, y como respuesta a semejante agravio, la
madre del marqués, doña Sebastiana del Castillo, decidió contratar al arquitecto francés Adolph Coquet
—también masón, perteneciente a la logia Sage de Lyon—, para que
construyese el bello mausoleo en memoria de su hijo y de la institución a la que
pertenecía.
El marqués nunca llegó a ser enterrado en el mausoleo. Tuvo que ser inhumado en la "chercha"(nombre popular con que se conoce al cementerio protestante, derivación de la palabra inglesa church, iglesia. Su construcción
data de 1676, lo que da idea de la importancia y tradición de la colonia
extranjera en este municipio. Fue el primer cementerio protestante que
se construyó en Canarias y uno de los primeros de toda España), ante la negativa del cura a hacerlo en el cementerio católico.
Su madre, emprendió una larga lucha que llegó al Vaticano, hasta que en
1885, gracias a una dispensa pontificia, el cuerpo de don Diego pasó
definitivamente al panteón familiar.
El citado templo masónico, se encuentra cargado de símbolos masónicos. En él nada es por casualidad. La propia disposición de las distintas
terrazas —a pesar de haber sufrido modificaciones a lo largo de los
años—, la presencia de diversas formas geométricas (círculos y
cuadrados), los caminos sin salida, el número de escalones, los símbolos animales y vegetales, la fachada del mausoleo propiamente dicho o la pequeña
caverna artificial que tiene a sus pies, son algunos ejemplos de esta
simbología ideada por Coquet, que dio forma a uno de los enclaves
masónicos más bellos de España.
Mausoleo del marquesado de la Quinta Roja
En la siguiente estación, conocieron un elemento aqruitectónico típico de La Orotava del siglo XIX, "los miradores" (que no miraderos, jeje). Elemento que se puso de moda en ese entonces y que era construido en lo alto de las casas para poder divisar el Valle de La Orotava. En este caso, conocieron y ascendieron por las estrechas escaleras de uno de características únicas de estilo neoinglés construido sobre una casa del siglo XVI.
Seguidamente nos dirigimos al actual
Ayuntamiento de La Orotava en el que descubrieron un documento que les guiaría hacia la siguiente estación.
En esa estación, descubrieron un elemento arquitectónico caracrterístico de la casa típica canaria, el balcón canario, en las Casas de los Balcones.
Por último, resolvieron la historia en la Casa Lercaro, junto al mecanismo que hacía funcionar su molino, último en la ruta de los molinos.