Saturday, October 1, 2011

PARA REFLEXIONAR: El adolescente más jóven en ser ejecutado en Estados Unidos era inocente.


Recientemente un  adolescente fue ejecutado en los Estados Unidos, Troy Davis. No ha sido la primera y quizás no será la última ocasión en la que una persona sea ejecutada y cuyas pruebas de culpabilidad sean como poco, dudosas.

Poco ha importado que un antiguo director del FBI, William Sessions, partidario acérrimo de la pena de muerte, haya solicitado que no se ejecute a Troy Davis porque su caso hace agua por todos lados.

El caso se desmorona, no hay móvil, no hay arma homicida. Una testigo (Quiana Glover) asegura que el hombre cuyo testimonio fue determinante en su condena (Sylvester Cole) le confesó en una fiesta que él fue quien acabó con la vida del agente.

Pero nada se pudo hacer. El joven fue ejecutado en Georgia. Su muerte fue la número 34 este año y la 1.268 desde que el Supremo reinstauró los homicidios legales en 1976.

Antes de que Troy Davis tan si quiera se imaginara su destino ya había un joven que había pasado por lo mismo y de una forma mucho más cruel.

Un caso del que no se habla mucho y del cual no se ha hecho una nueva investigación jamás fue el de George Junius Stinney Jr. tenía solo 14 años de edad cuando fue ejecutado en la silla eléctrica.

En 1944 el adolescente murió en la silla eléctrica en el estado de Carolina del Sur, media 5’1 pies de estatura y pesaba 95 libras. Era tan pequeño que se tuvieron que colocar objetos sobre el asiento para que su cabeza pudiera llegar a la parte superior y poder conectarlo a los cables que lo matarian.

Stinney Jr. ha sido la persona más joven ejecutada en la historia de los Estados Unidos.

El adolescente o se puede decir niño fue acusado de asesinar a dos jovencitas blancas, Betty June Binnicker de 11 años de edad y la otra Mary Emma Thames de ocho años. Las niñas desaparecieron mientras montaban bicicleta en el barrio de Alcolu que estaba separado del barrio de los negros por un ferrocarril. Las niñas fueron halladas muertas en una zanja cercana.

Stinney había ayudado incluso en la busqueda de las niñas, pero mencionó a uno de los presentes que el había visto a las niñas ese mismo día, algo que no es causa problable para ser acusado pero esto fue suficiente para la policía racista de entonces para interrogarlo por horas sin la presencia de sus padres, la policía le dio un helado al muchacho a cambio de que confesara el doble homicidio.

Aunque la confesión de Stinney Jr no aparece escrita en ningún archivo y no se encontraron pruebas fisícas el adolescente murió en la silla eléctrica.

Es un tema sangrante para reflexionar.

Una polémica ejecución en Georgia agita Estados Unidos
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