Si algo caracteriza la cuestión de los transgénicos es la falta de rigor con el que las autoridades de seguridad alimentaria han dado el beneplácito a estas variedades aplicando una “estricta normativa”. Cabría definir cuál es el riesgo que la sociedad está dispuesta a asumir en relación a los cultivos transgénicos. Para ello, lo primero es preguntarse: ¿para qué queremos los cultivos transgénicos? ¿Con qué objetivos los plantamos? ¿Qué impactos negativos tiene su cultivo, tanto en términos sociales como ecológicos y para la salud? Y para conseguir esos objetivos, ¿existen otras alternativas más seguras? Y a igual riesgo, ¿existen otras alternativas más baratas? Más que ir en contra del avance científico, nos permitiría hacer más ciencia. LEER MÁS EN CANAL SOLIDARIO
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