Tu retrato docente, un espejo en el que reflejarnos.
Igual te preguntas, ¿para qué sirve un oso? Voy a tratar de responder a tu pregunta.
Verás, nuestros alumnos pueden ser cualquier cosa, pero no robots. A nuestros alumnos no puedes contarles películas, deben verlas, pero no de cualquier manera; debes formarlos como espectadores. No debes tener bajas expectativas con ellos, tienes que situar muy altas tus miras. Crear espíritu de grupo, Ya sé que muchos tratarán de hacerte tirar la toalla haciéndote creer que educas en mundos sutiles, que todo esto de la educación no son sino manzanas, pollos y quimeras. Te preguntarán si te crees un elefante blanco. Incluso dispararán ráfagas de paz contra ti. Te advirtieron que eran unos niños salvajes.
No te preocupes, algún día también lloverá y se limpiará esa atmósfera irrespirable. Nadie mejor que tú sabrá cómo son ellos, porque tú sigues teniendo 15 años y un día de ilusión. Sigues teniendo sueños. No han podido con ellos. Aunque de mayor siempre quisiste ser soldado, de las únicas guerras de las que has querido saber es de las guerras de botones. Siempre deseaste tener una escuela en el cielo, aunque por momentos lo dudamos. Pero al final, te atreviste.
Fue un largo recorrido, camino de Santiago. Muchos libros leídos, entre tramo y tramo, a la sombra de un olivo. Y tú, siempre, cual Quijote, siempre fuiste capaz de quedarte con la parte de los ángeles.
Y llegaron las arrugas, siempre bellas en tu rostro. Ahora sólo queda el último paso.
Probablemente a estas alturas ya sepas para qué sirve un oso, o no. Pero surgen nuevas preguntas en tu cabeza. Te preguntas:
¿Y ahora adónde vamos?
A esa pregunta sólo podrás encontrarle la respuesta tú. Pero sí que te aseguro que no estarás sola. Han sido muchos años, al menos 10.
¿Y qué has obtenido tú a cambio?
Nada, un cero en conducta. Irreductible disruptiva adelantada a tu tiempo.
Te conocí de oídas, a través de esa otra fiera de docente que era Conchita. Junto a Julita formaban ya un trío de ases.
Conchita me escribió contándome que una profesora española que estaba en Londres iba a venir a España a dar una charla (mucho atrevimiento tildarla así conociéndote) y me pedía permiso para usar un vídeo de nuestro instituto.
Le contesté afirmativamente.
¡Para qué fue aquello!
A partir de ahí fue un no parar de un proyecto tras otro. Muchos años, muchas experiencias, muchas historias...
Pero, sobre todo...
Mi vida en la red no hubiera sido la misma sin haberme topado de bruces con ella, sin haber crecido junto a ella. Por encima de cualquier cosa, siempre ha sido un ejemplo para mí en dos cosas de las que siempre ella me acusa:
En esas dos cosas, y en muchas otras, ha sido mi maestra.
Maestra en sacar lo mejor de las personas, incluso aquello que no creían poseer.
Maestra en dinamizar escenarios, personas, docentes, futuros docentes, alumnos de todas las edades.
Maestra en disrupción, adelantada a tu tiempo.
Pero, sobre todo...
Ha sido y es mi amiga.
Ahora que está de moda no poner la mano en el fuego por nadie, yo sí que pongo mi mano en el fuego por Mercedes y su amistad. Con creces me lo ha demostrado (sin necesidad alguna de hacerlo).
Gracias, amiga, por todos estos años.
Ahora que pasas a mejor vida (y no hablo de espiritual, aunque también) siempre tendrás a tu lado, físico y virtual, a tanta gente que te aprecia.
Gracias, amiga.
Seguimos hablando