jueves, 6 de diciembre de 2012

HISTORIAS DE STORYTELLING ¿Quieres saber X Q Mercedes, Conchita y los Blogmaníacos cautivaron en la Coruña?

Tuve la fortuna de asistir a la, llamemos, charla-espectáculo de Mercedes, Conchita y unos invitados sorpresa en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de la Coruña, dentro de las Jornadas "Ráfagas". A pesar de conocer a todos los personajes en cuestión y sus maneras de actuar, he de reconocer que me sorprendieron, más aún, me hicieron levantarme de mi asiento, me llamaron a la acción. Por eso, voy a tratar de contar lo que allí sucedió, para compartirlo con otras personas que no tuvieron la fortuna de poder asistir. 

Vaya desde aquí nuestra gratitud hacia Mar, Merce, Boli, todas las personas que conformaban estas magníficas Jornadas de "Ráfagas" tanto desde la Universidad como desde Crearte, así como al resto de profesorado y alumnado que tan bien nos hizo sentir.

Vamos a ello.

Si uno no acierta en el corazón de su público, no hay nada que hacer. Esto se debe a que, en una narración, el corazón es siempre el primer objetivo. Tienes que conseguir que respalden tu visión, tu sueño, tu causa.

Debes emitir una llamada inequívoca que capture la atención de los oyentes, insuflar emociones a tu objetivo, para que les motive a actuar, a interactuar y actúen a tu favor. Tienes que llegar a sus corazones tanto como a sus mentes.

Cómo los alumnos de la Facultad de Educación de la Coruña se sintieron conmovidos emocionalmente por el mensaje central, lo transmitían en las expresiones de sus rostros y, lo que es mejor, lo transmitieron y transmitirán a otros al contarles y repetirles su experiencia de la charla a sus amigos y compañeros, a través de sus producciones de imágenes comentadas, sus eslóganes, sus tuiteos y retuiteos, con y sin #hashtags, con sus publicaciones en el blog "Ráfagas. Destellos de luz", con la exposición de sus fotografías, con los vídeos grabados, en facebook. A sus profesoras u organizadoras no les sucedió menos, Mar, Merce, Boli...se vieron implicadas en un huracán llamado Doña Díriga.

Para hacer esto, no hace alta ser profesional de contar historias. Cualquiera puede hacerlo. Ya veremos cómo. Aunque el caso en cuestión, también es un punto y aparte. También lo veremos.

Contar historias, eso lo sabe perfectamente Paula Carballeira (cuentacuentos gallega totalmente recomendable), no sólo te lleva a poder cautivar al público, sino que también es una fuente de alegría. Cuando logras envolver, cautivar, llegar, atrapar con tu mensaje a los asistentes, también te sientes más feliz.


Esto es lo que somos, un grupo variopinto de profesores, pero una sola tribu. Hemos de creer que podemos hacer posible lo imposible.

Cuando logras cautivar con una historia, ésta se propaga como un virus, contribuye a invertir los esquemas de las personas, les ayuda a creer en sus posibilidades, en lo que sospechan que existe, pero que lo tienen olvidado en la noche de las historias infantiles que un día les contaron y que les cautivaron.

La historia es una llamada a la acción, el factor transformador crucial, pero ese fue sólo el principio. Se movilizaron en la sala y fuera de ella, participaron, interactuaron, propusieron, crearon, vieron el fallo como posibilidad y parte del trabajo para conseguir lo deseado, salieron e inundaron la Facultad con sus fotos en grupo, desbordando imaginación y propuestas. 

Pero no queda ahí, deben coger con la historia y correr con ella y transmitirla a sus compañeros, amigos y profesores primero y después a sus futuros alumnos. Impregnarlos de posibilidad, de creativdad, hacerles sentir que otra educación es posible. En definitiva, contarles una historia en la que se sientan protagonistas al identificarse con ella e interiorizarla. Hacerla suya.

No cabe duda de que esta historia dio forma a la propuesta, se consideraron tribu global y local, y sintieron en su piel y en sus adentros, que la historia que un día les habían contado, era posible, que el dorado existía. Este fue sólo el principio, el compromiso inicial que les llevará a ver que sólo si creen y disfrutan con lo que hacen, pueden conseguir transformar la educación y el mundo por difícil que parezca. 

La historia dio forma a la charla, induciendo a todos los asistentes a sentirse tribu, a creer que juntos podríamos mejorar la educación, a aumentar nuestro orgullo y satisfacción con lo que hacemos, a crear vocación.

Contar cara a cara una historia, producirla conjuntamente, consiguiendo la implicación y creación de la misma por todos, puede marcar la trayectoria de un docente, de un futuro docente. Cargar las baterías de sus pilas, para cuando lleguen momentos difíciles, que sin duda llegarán, saber en lo más profundo de sus entrañas, que el dorado existe en nuestros corazones. Esa es la fuerza intrínseca que no puede ser derrotada una vez es sentida y hecha nuestra.

Contar una historia es:
  • Conmover los corazones y hacer que creen su propia historia y la compartan.
  • Los aluviones da datos no son historia. Si tienes que darlos, los das, pero no los cuentes.
  • La historia no es la guinda del pastel, es el pastel mismo.
  • No salgas de casa sin ella, sin tu historia.
El entusiasmo fue intenso. Tras la experiencia, nos sentimos transformados. Lo hicimos, porque sentimos que lo que sospechábamos en lo más profundo de nuestro interior era posible.

Mercedes pretendía que entendiesen que ella no se dedicada a dar clases, sino a la transformación de personas. Contarles esta historia fue la mejor manera de que lo comprendieran. 


Desde que somos pequeños, todos estamos condicionados a esperar que una historia nos ofrezca una recompensa mental y esa experiencia nos mantuvo embelesados. Las historias forman parte de nuestros genes, del inconsciente colectivo transmitido desde la noche de los tiempos , de generación en generación, de tribu en tribu, de grande a niño, de grande a grande, de niño a niño ¿Quién engancha mejor a un niño que otro niño contándole su historia?

Las historias sirven para situar todos los datos clave en un contexto emocional. La información de una historia no está allí quieta, como lo estaría en una proposición lógica. Están construidas paras generar suspense. Los alumnos de la facultad, sorprendidos desde el primer instante con la aparición sorpresiva de ese personaje que anida en los cuentos,  Doña Díriga, se vieron transportados a través de ese suspense que les hacía preguntarse que sería lo próximo. Y lo próximo no los dejó inmóviles. Los sorprendió aún más: no esperaban que los blogmaníacos, unos peculiares alumnos de primaria, les fuesen a enseñar de una manera tan simpática tantas cosas. 

Como le decía el monje budista a la protagonista de la película "Katmandú, un espejo en el cielo": "Llevas aquí dos meses enseñando, pero ¿y tú qué has aprendido? 

Ser profesor no es enseñar, sólo enseñar. Un profesor que no esté dispuesto aprender de las historias de sus alumnos, de sus propios compañeros, no es un profesor. Será otra cosa, pero no será un profesor.

Sucede un poco como en la historia aquella en la que un visitante recientemente llegado a una ciudad contemplaba a tres obreros trabajando en una obra y les preguntó a los tres por lo que estaban haciendo. El primero le respondió que si no lo veía, apilando bloques. El segundo fue un poco más allá y le respondió que haciendo un muro de un edificio. Y el tercero, le dijo que construyendo un futuro colegio para que los niños de su pueblo pudiesen aprender.

Eso es lo que somos, constructores de sueños. Mejor aún, posibilitadores de que nuestros alumnos descubran sus propios sueños, como diría Ken Robinson, su propio elemento, y puedan tener una vida más plena. 

Al menos, es lo que deberíamos ser, no quedarnos en apilar alumnos, en conseguir que obtengan un brillante expediente, debemos intentar ir más lejos, hacer posible que vivan sus sueños.
  • Cualquier historia plantea un reto. El de Mercedes: ¿Otra educación es posible? ¿De quién depende? ¿De los políticos? ¿De sus leyes? ¿Podemos? Con el reto se trata de captar la atención de los asistentes con preguntas inesperadas, planteando si tienen o no una respuesta posible.
  • Luego, la lucha por conseguirlo. Ofrecer una experiencia emocional al narrar la historia para superar el desafío o encontrar la respuesta a la pregunta introductoria. Mercedes no se quedó en palabras bonitas, en plantear el reto, sino que fue más allá, mostró cómo hacerlo. Y lo vieron con sus propios ojos, con sus propias emociones, participando, creando, produciendo. Ya no sólo intuían que el dorado era posible, comenzaban a creer en las historias que sobre educación se alojaban en el interior de sus propias entrañas. Todos hemos soñado alguna vez con tener un profesor que nos haga sentir vivos o en dar una clase que llene a nuestros alumnos.
  • Por último, se trataba de disparar la respuesta de los asistentes con una solución reveladora, que los llevase a actuar. Y vimos como los alumnos de la facultad, tras un largo rato ya, no salían a descansar, a tomarse un tentempié, que también, sino que comenazaron a hacer realidad sus propuestas fotográficas sobre la paz en su entorno inmediato. Tanto lo lograron, que los fotógrafos profesionales encargados de hacer un seguimiento de todas la jornadas de "Ráfagas" se mostraron sorprendidos de su creatividad e implicación.
Si una historia no ofrece este esquema de historia-experiencia de escucha, que el público parece esperar instintivamente, estamos perdidos. Cuando astimos a cualquier charla, los primeros momentos son cruciales para saber si nos vamos a enganchar o pensamos que es otro rollo más. Los asistentes raramente se enganchan a un relato si no detectan al principio que un cierto reto atractivo. No permanecerán atentos si no les emociona la parte central en la que se trata de resolver ese reto. Y no recordarán la historia, ni actuarán en consecuencia, a menos que la solución final los deje hipnotizados. 

Literalmente, Mercedes, Conchita y los Blogmaníacos, no sólo crearon intriga con el reto, siguieron interesando con la lucha por resolverlo, sino que dejaron hipnotizados no sólo a los alumnos de la facultad de educación, a sus profesores, sino también a los compañeros que ya los conocíamos y sabíamos de su modo de actuar. 


Nunca antes había leído o escuchado a Mercedes dudar en correos y charlas telefónicas. A Conchita sí, no en vano comentábamos los entuertos en los que nos mete Mercedes. Pero lo consiguió, nos metió a todos en su bolsillo y nos transportó hacia el mundo en el que los sueños se hacen realidad. En alguna medida, todos salimos transformados. Un proyecto en el que estoy trabajando con dos compañeros más, ya iba en esta línea, pero no me queda duda de que me ha hecho profundizar en ella.

La historias no tienen que ser largas ni tortuosas y mucho menos parecerlo. La que nos contaron Mercedes, Conchita y los Blogmaníacos, en ningún momento se nos hizo larga, al contrario, no parábamos de preguntarnos que sería lo siguiente. Cuando logras que los asistentes no paran de preguntarse que será lo próximo, sientes que están metidos de lleno en la historia.

Lo que sí que tienen que hacer las historias es sorprendernos, llevarnos a lugares distantes de lo que la lógica de primera vista nos ofrecería.

Todo aquel que haya leído una novela o haya visto una película sabe que una historia que no sorprenda está muerta de antemano. Mercedes utilizó un recurso ya conocido, pero lo hizo de una manera magistral. Apareció, una vez iniciada la charla, saliendo de entre el público. Ya la habíamos visto utilizar este recurso. Aún así, nos sorprendió, porque fue capaz de insertarlo en la trama de esta nueva historia.

La secuencia es clara: sorpresa como expectativa + violación de la expectativa. La narración surge de la violación de la expectativa. Si nuestras expectativas tienen una sincronía total, no hay violación. Son aburridas. No son dignas de ser recordadas. De esa manera no se sorprende y, por tanto, no se está contando una historia. Mercedes y la necesaria colaboración de Conchita y los Blogamníacos, violaron esa expectativa.

Probablemente los alumnos de la facultad y sus profesores esperaban una charla maravillosa sobre pajaritos preñados que les iban a contar dos personas sentadas en una mesa. Ya estaban acostumbrados a los pajaritos preñados. Todos lo estamos. Aún así, es lo que solemos esperar en el mejor de los casos. Para lograr otra cosa, debemos ser sorprendidos.


Si tu vas ante un público de estas características y sueltas un rollo sobre cómo serían las clases en un aula, los asistentes por vocación, los que esperan descubrir su dorado particular y hacérselo descubrir a otros, tendrán la sensación de que les tocará esperar a otra oportunidad para poderlo vivir. 

Captaron su atención con una historia impredecible: una maestra muy seria y otra, en forma de personaje que aparece de entre el público con una historia inesperada en formato y contenido. Pero no quedó ahí. Los alumnos de la facultad, cuando realmente se sintieron sorprendidos fue cuando comprobaron que quienes les iban a descubrir su particular dorado no eran dos experimentadas profesoras, sino unos alumnos de primaria a través de vídeos elaborados para la ocasión.

Este relato nos hizo llegar hasta donde pretendían, no de una manera esperada, sino como un caballo de Troya.

El caballo de Troya era un vehículo de transporte disfrazado. En nuestro caso dos profesoras experimentadas que ocultaban las enseñanzas de sus alumnos.

Las historias con propósito también lo son. De una manera astuta, contienen información, ideas, acicates emocionales y propuestas de valor que el narrador quiere infiltar de manera indirecta en los corazones y en las mentes de los asistentes. 

Gracias a su construcción mágica y a su atractivo, las historias transportan emocionalmente al público, de modo que éste no se percata siquiera de que está recibiendo un mensaje oculto: "Otra educación es posible a pesar de todo y el hacerla está en nuestras manos". 

Sólo después de haber escuchado el relato saben que han sentido una llamada a la acción que les fue transmitida. Y pasaron a la acción. Seguirán pasando.

¿Sabes? Dentro de esa charla hubo toda una aventura.

A esas alturas todos estábamos ya embobados. Nos sentimos como si hubiéramos disfrutado de nuestra propia aventura educativa hecha realidad sin habernos levantado de las butacas del auditorio. Aunque sí que nos levantamos, era parte de la puesta en escena, de un aula en la que no cabían niños inmóviles y en perpetuo silencio.


El storytelling debe constituir una parte esencial de la formación del profesorado, futuro y actual. Puede ser aprendido, aunque en caso como el de Mercedes es innato.

Me recuerda una historia que me sucedió en mi instituto hace unos años. Se me acerca la Jefa de Estudios y me dice que ha venido un padre muy enfadado que quiere hablar conmigo, que si quiero que ela esté presente para ayudarme. Le digo que no es necesario. Se trataba de un pequeño conflicto que yo había gestionado mal. Entonces se me acerca también el tutor del grupo. Un joven profesor con pocos años de docencia. Se ofrece para lo mismo. Yo respondo en el mismo sentido, pero insiste en acompañarme. Acepté su propuesta. Recibimos al padre con una buena sonrisa, no tan exagerada como para parecer burlona, y le ofrecimos nuestra mano. En toda conversación con familias, suele haber dos conversaciones. La que escuchamos y la que subyace. El padre se mostraba inicialmente agresivo, pero lo que trataba de decirnos era que no podía con su hijo, que no sabía que hacer y encima nosotros, en vez de ayudarlo, le dábamos más problemas. Nuestra conversación subyacente trataba de hacerle comprender que no estábamos allí para fastidiarlo, sino para entre todos, lograr que a su hijo le fuera mejor. El padre lo comprendió perfectamente y salió dándonos las gracias porque se había sentido escuchado y ayudado.

Lo realmente soprendente no fue la historia en sí misma, a la que ya estaba acostumbrado. Lo realmente sorprendente fue, que a mí me había costado años de experiencia, reflexión y lecturas el haber desarrollado esa habilidad, pero en el caso de mi compañero era innata. Mientras se desarrollaba la conversación con el padre, yo no paraba de observar su actuación y sorprenderme ante ella.

Eso es lo que sucede con Mercedes, una joven profesora que lleva las historias dentro, nacieron con ella. Los demás, también podemos parender, como fue mi caso en el ejemplo anterior.

Los relatos de las aventuras se utilizan como caballos de Troya para transmitir pasión a quienes los escuchan. Si logramos que les emocione lo que hacemos, querrán que sus alumnos conozcan la historia. Las Facultades de Educación y todo el complejo mundo de la formación del profesorado, debería de estar imbuido de la capacidad por transmitir historias que lleguen, viralizando así la idea de que otra educación es posible. Con cualquier relato que se les cuente, los profesores desean sentirse emocionados y, entonces, transmitirán su propia versión, mejorada en muchos casos, de la historia.

Las mejores historias tiran del corazón, no de la mente. Existe un interés constante por potenciar las tics en el aula, pero sin que medie una propulsión emocional, ningún grado de artilugios digitales hará que los alumnos se entusiasmen y entreguen de verdad.


El transporte emocional que necesitamos es el complejo sistema de acción y reacción que tiene lugar dentro de un relato y que conmueve a los asistentes, ese que a modo de ejemplo llevaron a cabo Mercedes, Conchita y los Blogmaníacos.  

Son historias que activan el transporte emocional de quienes las escuchan. Les incitan a reír, llorar, contener el aliento, suspirar o gritar con rabia fruto de la empatía. Todo oyente exige esa propulsión emocional para entregarse.

Podríamos pensar que esas situaciones se pueden promover en contadas ocasiones, que sería difícil mantenerla en el tiempo, que sería cuestión de verdaderos profesionales. Aparte de que debemos tratar de serlo, las historias no deben de ser siempre largas, pueden estar conformadas por un reducido conjunto de frases que muevan la fibra sensible de nuestros alumnos cuando sea necesario hacerlo, deben imbuir el espíritu de un aprendizaje compartido. Qué mejor que integrar tus propias historias en el momento adecuado.

También debemos hacer que nuestros alumnos sean contadores de historias. Qué amplio campo para tarbajar la expresión oral.

El combustible alternativo que permite mover esta energía emocional que es capaz de transportarnos más allá de los muros de un aula y que permite que nos impliquemos depende de cuatro elementos esenciales:
  1. Los verdaderos héroes son personajes simpáticos y reconocibles. En nuestro caso, dos maestras como cualquiera otras y la simpatía que desbordan unos alumnos, los Blogmaníacos, que habitualmente lo hacen en su blog, uno de los más vivos de toda la blogosfera educativa y que son un verdadero ejemplo emocional de lo que sería la cultura 2.0.
  2. El drama pone en marcha la historia ¿Es posible otra educación, una educación constructiva, creativa, pasional, que sea placentera al adquirir nuevos conocimientos y competencias o dependemos exclusivamente de la situación y de los políticos de turno? ¿Realmente podemos hacer algo? ¿Estará en nuestras manos?
  3. Me ha pillado en el ¡Ajá! El momento de la verdad de una historia es ese clímax que galvaniza al oyente cuando el ¡ah! que proporcionas se une al ¡já! del público para convertirse en ese ¡ajá! unificador. En ese momento, el caballo de Troya abre su trampilla y suelta la carga. El oyente experimenta la misma descarga impactante de emoción, propósito y sentido que tuviste tú cuando sentiste la experiencia original. Lo que hicieron tanto Mercedes como Conchita y los Blogmaníacos fue: cierra los ojos, te voy a contar la historia de una educación posible ¿qué tal si les decimos que esa educación existe y la podemos vivir aquí, ahora mismo, sin salir y saliendo de este auditorio, regresando a él?". Existe la posibilidad de una Educación Pública y, ahora, es más necesario que nunca que la defendamos.
  4. El factor yo-a-nosotros el poder de los relatos se muestra cuando el oyente se da cuenta de que el narrador le está hablando de un sentimiento o una situación que él mismo, como receptor del mensaje, también ha experimentado. Este vínculo activa la empatía, garantiza el interés y hace un llamamiento a la acción. Los alumnos de facultad comprobaron en propia carne que esa educación era posible, pero no a través de simples palabras de un discurso bien estructurado, sino poniéndola en práctica allí mismo y pasando a la acción.
Ese paso del yo-a-nosotros constituye la esencia del storytelling  para lograr una experiencia compartida que trascienda más allá del momento.

A modo de conclusión:

Las razones por las que Mercedes, Conchita y los Blogmaníacos cautivaron a los alumnos y profesores de la Facultad de Educación de la Universidad de la Coruña fueron que supieron crearles una expectativa, conectar con sus sueños olvidados sobre una educación mejor, los sorprendieron con la puesta en escena (no esperaban que fueran unos alumnos los que les iban a enseñar) y convirtieron su yo en nuestro nosotros, logrando que pasáramos a la acción allí mismo, movilizando a todo un salón de actos y, lo que es mejor, marcaron a esos futuros profesores con una experiencia transformadora que los conectó con su vocación profunda.

¡AJÁ!

  • Una historia con un propósito claro es una llamada a la acción: ASEGÚRATE DE EMITIRLO. Podemos, hagámoslo, lo hicimos, lo haremos.
  • Una historia sin estructura no cumple su objetivo...
    • Elabora tu principio para proyectar luz sobre tu reto o tu problema. Otra educación es posible.
    • Haz girar el centro en torno al esfuerzo para superar ese desafío. Nos ponemos serios. Divertidos, pero serios. Trabajamos por hacerlo posible.
    • Concluye con una resolución que active a los alumnos su llamada a la acción. Participaron dentro y fuera de la sala, haciendo gala de su creatividad.
  • Haz que la audiencia se ponga en el lugar de su héroe. Los blogmaníacos pueden. Nosotros también.
  • Dirige desde el corazón, no desde la cabeza. Se creó un impacto emocional.
  • Utiliza el factor sorpresa: salir desde un lugar inesperado, los niños son los maestros.
  • Las historias que funcionan son las que convierten el yo en nosotros. Nosotros podemos ofrecer otra educación.
  • Asegúrate de que tu historia les haga sentir cómo se van a beneficiar. Si educamos de esta manera nos sentiremos mejor y más realizados con nuestro trabajo.
  • No habrá concluido la tarea hasta que digan: "¡Ajá! Ya lo entiendo". Vaya que si lo entendieron. Actuaron, crearon, tuitearon, sacaron fotos, las compusieron, van a hacer una exposición y colgarlas en el blog. Lo vivieron.
  • ¡Lo has pillado! Ahora te toca a ti.

¡Y esto es precisamente lo que hace el Storytelling!



* Para la realización de este post, me basé en la presencia en la charla como espectador, en la experiencia personal, en lo aprendido en la red y de compañeros y alumnos y en artículos y libros y, sobre todo, en el libro Storytelling para el éxito. Conecta, persuade y triunfa gracias al poder de las historias de Peter Guber, publicado en Empresa Activa.

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