sábado, 13 de diciembre de 2014

Si mi ego me lo permite. Mi claustro tuitero

La diferencia entre el ego y la autoestima
Bueno, después de haber buceado y surfeado un rato por la red y, haber encontrados tres joyitas sobre las que escribir en esta mañana de sábado, algo me impulsa a cambiar mi relato y comenzar directamente por otro.



¿Será mi ego el que me lo pide? Creo que no, pero seguro que algo de ego hay inmerso.

Intentando empezar.

Es obvio que algo de ego todos tenemos, que cualquier ser humano debe tener y merece su minuto de gloria. Sinceramente, creo que muchos de los males y neuras de esta sociedad, degenerados en enfermedades, provienen de la ley no escrita, o sí, del "todos podemos ser campeones" o "sólo el primero es el que vale".

Ley castradora donde las haya, de la que en educación deberíamos saber bastante más, mas allá de aplicarla a destajo.

Me duele y me alegra comenzar por el final, por el dolor que causa en una persona a la que aprecio y que me ha aportado tantas cosas.

Me alegra, porque sé que echar un cabo es parte de mi sino intentado, aún con quien pudiera parecer no merecerlo. Creo que, como seres humanos, vivimos en constante educación. O quizás debería elegir otra palabreja más adecuada, dada la prostitución a la que un sentimiento querido ha sido sometido. Sí, digo bien, sentimiento. Interpretaciones.

Siento, siento que me estoy enrollando, que me estoy yendo por las ramas y necesito ser claro, conciso. Imposible cuando mis dedos comienzan a correr torpemente sobre el teclado y escribo dejándome llevar sin tener en cuenta otras formalidades más o menos necesarias.

Intento aclararme.

Sí, en Twitter, en la red, en la casa de cada uno, hay mucho ego, quizás más del que nos deberíamos permitir y menos del que necesitamos.

Pero estoy con uno de tus Salvadores, o con los dos y con otro de cine. En Twitter, también hay lugar para la ensoñación.
La primera razón. Si abandonas, no podrás ganar. Contradicción donde las haya.

Cuando ganar consista en que no existan los ganadores, habremos ganado.

En el fondo, debemos abandonar la tercera dimensión, casi recién descubierta en lo digital para avanzar hacia la madurez de la horizontalidad en las relaciones, al enriquecimiento mutuo. En el que cada aportación sea valiosa por el mero hecho de existir.

Ya sé que tienes razón, apreciada Leirós. En la red y en Twitter pululan demasiados egos gurusiles. Lo peor, la utilización espuria de los egos. Como ya te dije, ningún humano que se diga a la cara las verdades del barquero está libre de la vana, gloria. Pero lo que realmente duele es su uso espurio. Deleznable, trepil, pisandreja. o PISAndreja si lo prefieres, por el componente carreril.

Pero no podemos dejarle el mundo a los inconmensurables. 

En positivo, que no cegerilmente, podemos hacer otra red y otro mundo.

Para hacerlo, es necesario que no desertes. Que no deserte.

De lo contrario, nos sucederá como con la política y las cosas que a todos nos interesan, que las dejamos en manos de los canallas y así nos va.

Ahora que la red se presumía goblalizadora en su acepción más fútil y, sin embargo, se está volviendo horizontal, tratan de amordazarla con leyes pueriles.

Twitter te necesita, la red te necesita. Necesita a aquellos que desisten dejando el campo baldío y yermo a expensas de los sucesores de  la divina comedia nunca desaparecida.

No pongamos la lupa en un único, sesgado e inmundo lugar. 





Pongámosla en los campos que brillan y nos hacen brillar. Desparramemos su luz e inundemos los yermos campos con ella.

Me quedo y comparto tu "Claustro tuitero" y lo amplío, como ya tú haces sin poderlo humanamente citar.



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